Nuestros orígenes

Cerro Alcolea  

Nuestros inicios enlazan con la desaparición de un poblado morisco llamado Alcolea, que en árabe significa castillejo o pequeña fortaleza y que estaba situado sobre el cerro que lleva su mismo nombre. Se cree que Alcolea sufrió los efectos de una devastadora peste, o posiblemente epidemia transmitida por los mosquitos, ya que se hallaba muy cerca del río Záncara, en una zona con frecuentes inundaciones. La despoblación del lugar ocurrida en el último tercio del siglo XV ocasionó el traslado del poblado media legua hacia el este. De Alcolea lo único que existe son ruinas, muchos fragmentos de cerámica, y alguna fosa común sobre el cerro de "La Morra" en la que han aparecido numerosos restos óseos tanto de personas como de animales enterrados y cubiertos con una capa de cal.

 

 

También se conserva una imagen tallada en madera policromada y estofada, de unos 86 cm. de altura que se le conoce con el nombre de "la Alcoleana". Pero para conocer mejor el entorno histórico en el que surgió nuestro pueblo, debemos remontarnos a los siglos IX y X, en los que comenzaron a surgir asentamientos campesinos alrededor de las vías de comunicación, en tierras fértiles. Esto dió lugar a la concesión de fueros y leyes con derechos y deberes de los campesinos, pasando algunas aldeas a categoría de Villas; siendo una de las más importante del entorno la de Alarcón. En 1179, Don Pedro Manrique de Lara, encabezando las tropas del Rey Alfonso IX conquistó Zafra, frontera que en la jurisdicción cristiana de Cuenca limitaba con la mora. Con lo que también las tierras de la actual Villar de Cañas, ocupadas hasta entonces por los moros, pasaron a manos de los cristianos. Cuando con la protección de la Orden Militar de Santiago, con sede en el castillo de Uclés, los cristianos salieron de las fortificaciones amuralladas, comenzaron a repoblar los lugares inmediatos.

 

La Alcoleana

 

A muchos de los lugares que habían sido destruidos por los moros, les dieron el nombre de pueblas, como Puebla de Almenara, Puebla de Almoradiel, Puebla de Don Fadrique, etc. A las poblaciones cortas y abiertas les daban el nombre de villajes o villares y tomaban el nombre del primero o principal que en su reedificación tomaba parte como, Villar de Domingo García, Villarejo de Periesteban (por Pedro Esteban), Villar del Saz de Don Guillen, Villar del Saz de Navalón, Naharros o Villar de los Navarros, etc.. En otros casos el nombre hacia referencia a cualquier distintivo natural, como Villarejo de la Peñuela, Villar del Aguila. Tradición esta última que estaría presente cuando surgió Villar de Cañas.

 

 

Uno de los mecanismos que la corona utilizó, para favorecer a aquellos que habían sido fieles al monarca, y recompensarles los servicios prestados fue la enajenación de tierras del Real Patrimonio. De esta forma muchas villas fueron asignadas en venta (otras como donación "graciosa") a particulares que se convirtieron en señores jurisdiccionales. Muchos de ellos vincularon sus propiedades y los derechos que tenían sobre las mismas bajo la figura del mayorazgo y transmitieron a sus descendientes, generalmente por vía de varón, renta, propiedad y prestigio. Siguiendo el esquema anterior por el año de 1396 se creó el Señorío de Montalbo a favor de Don Egas Coello. Años después en el privilegio concedido por el Rey don Enrique y doña Juana su mujer a los vecinos de Montalbo fechado el 14 de agosto de 1406 y por el cual se les daba fuero y jurisdicción separados de la villa de Alarcón, a la que pertenecía; se le asignaron a Montalbo "por sus aldeas y términos al Villarejo de Fuentes con su término, y a Alcolea y al Hito y Villavieja que es en término de Huete y parte término con Castillejo, lugar de Ruy González Mejía" (AHN, Consejos, Leg. 25787). Ha de notarse la falta de mención en dicho documento a Villar de Cañas, y si a Alcolea. Según testimonio de los vecinos de Villar de Cañas de 1560, el lugar se fundó en 1480, al despoblarse Alcolea, y suponemos que se realizó con algunos vecinos que bajaron de Alcolea, a los que se fueron agrupando otros labradores y campesinos, muchos de ellos atraidos por la venta que se instaló en el camino real de Madrid a Valencia.

 

 

Existe documentación conservada en el Archivo General de Simancas por la que de 1494 a 1546 Villar de Cañas encabezó de forma independiente sus tercias reales y alcabalas con la Ciudad de Cuenca de la que dependía hacendariamente. Lo que nos habla de cierta autonomía de gestión. En 1547 Luis Lasso de Castilla, compró a la Corona tales derechos, incorporándolos al mayorazgo de Montalbo. Tuvo que transcurrir todavía más de un siglo hasta que en 1660 los vecinos de Villar de Cañas decidieron eximirse de la jurisdicción de la villa de Montalbo y constituirse como villa independiente con unos términos definidos y por tanto con una jurisdicción. Para ello precedió una "Concordia" ante escribano público con los señores de Montalbo por la cual se regulaba desde entonces y hasta el siglo XIX la ingerencia de los señores jurisdiccionales en el discurrir de la vida municipal.

Casa de los Albornoz  

 

 

Reloj situado en la fachada sur de la iglesia

 La Villa a mediados del siglo XVI tenía una gran posada medieval y una especie de venta, donde descansaban los transeúntes y arrieros, existiendo cuadras para sus animales y contando con un gran pozo (existente aun en la plaza), a cuyo alrededor brotaban grandes cantidades de cañas dulces, siendo por ella conocida como la "Villa de las Cañas". Su configuración como villa a lo largo del camino real, le dio una fisonomía especial. Ventas y mesones fueron distribuyéndose en un eje, dejando frente a ellos un espacio amplio para caballerías, carretas; y la iglesia -que ofrecía asistencia espiritual tanto al vecindario como a los transeuntes- no ocupó un espacio donde la plaza pública, sino a un costado del camino. El camino real fue también decisivo para construir la Ermita de Nuestra Señora de Cabeza, quizá el edificio más emblemático de la localidad. Diferentes reorganizaciones del espacio administrativo del Antiguo Régimen ocasionaron la adscripción civil de Villar de Cañas a otras entidades: Alarcón, Montalbo, Huete, Belmonte, Cuenca, manteniendo en toda su historia la adscripción eclesiástica al obispado de Cuenca. Desde 1560 en que se constituye como villa con 167 vecinos, Villar de Cañas fue aumentando paulatinamente su población y de 1754 a 1960 el numero de habitantes osciló en torno a los 1500, alcanzando en el año 1950 el máximo de 1810 habitantes.